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La clave para construir una buena autoestima

Construir una buena Autoestima, te lleva a desarrollar confianza en ti misma, a romper con creencias limitantes y te permite sentirte plena, poderosa, libre y feliz para alcanzar la vida que mereces.

En este artículo vas a conocer cómo puedes aumentar tu autoestima a través de fortalecer tu autoconcepto y tu autoimagen.

El autoconcepto

El autoconcepto se refiere a lo que piensas de ti, el concepto que tienes de tu persona, así como podrías tenerlo de alguien más y, como es lógico, tal concepción se verá reflejada en la manera en que te tratas a ti misma: qué te dices, qué te exiges y cómo lo haces.

Puedes autoreforzarte y mimarte o insultarte y no ver nada bueno en tu comportamiento o también puedes ponerte metas inalcanzables y lacerarte luego por no alcanzarlas, como lo hace mucha gente. Somos víctimas de nuestra propias decisiones: cada quien elige amarse a sí mismo o no, aunque no siempre somos conscientes del daño que nos hacemos.

Autocriticarse duramente, destruye tu autoconcepto. La autocrítica es conveniente y productiva si se hace con cuidado y con el objetivo de aprender y crecer.

A corto plazo, puede servir para generar nuevas conductas y enmendar los errores, pero si se utiliza indiscriminadamente y cruelmente, genera estrés y afecta de manera negativa el autoconcepto. Si la usas inadecuadamente, terminarás pensando mal de ti mismo, hagas lo que hagas.

Hay mujeres que “no se caen bien a sí mismas”, no se aceptan y se rechazan de manera visceral (“Me gustaría ser más alta, más linda, más inteligente, más sensual, más eficiente”… y la lista puede ser interminable). Se comparan todo el tiempo con quienes son mejores o los superan en algún sentido. Y suelen decir con frecuencia: “¡No me aguanto a mí misma!” o “¡Soy un desastre!”.

La expresión: “Más vale solo que mal acompañado”, la reemplazan por: “Más vale mal acompañado que solo”. El mal hábito de estar haciendo permanentes revisiones interiores, duras y crudas, incrementa la insatisfacción con uno mismo y los sentimientos de inseguridad.

Nadie aprende con métodos basados en la punición o el castigo. Pero cuando hablamos de autocastigo, el problema es que el verdugo seas tú mismo y, entonces, lo llevarás a cuestas como una desventura: defenderte será como escapar de tu propia sombra. No te rotules negativamente, eso destruye tu autoconcepto. Las clasificaciones sociales (estereotipos) tienden a referirse a los demás en términos globales y no específicos, sin tener en cuenta las excepciones o los atenuantes. Lo mismo pasa cuando te rotulas negativamente a ti mismo: confundirás la parte con el todo.

En vez de decir: “Me comporté torpemente”, dirás “Soy torpe”. O: “Soy una inútil”, en vez de decir: “Me equivoqué en esto o aquello”. No es lo mismo afirmar: “Estoy comiendo mal” a: “Soy un cerdo”. Si le dijeras a la persona que amas: “¡Te equivocaste, eres un idiota!”, ¿cómo se sentiría él ? ¿Cómo reaccionaría? Le harías daño ¿verdad? Pues de igual manera: atacar tu valoración personal, golpear tu valía, te afecta psicológicamente mucho más de lo que piensas.


Si la autoexigencia es racional y bien calculada, te ayuda a progresar psicológicamente, pero si no se calibra bien, puede afectar seriamente la salud mental. Por ejemplo: la idea de que debo destacarme en casi todo lo que hago, que debo ser la mejor a toda costa y que no debo equivocarme, son imperativos que llegan a convertirse en un verdadero martirio. Si ubicas la felicidad o la autorrealización exclusivamente en la obtención de resultados, muy pronto descubrirás la paradoja de que para «sentirte bien» deberás «sentirte mal”.


Si posees criterios estrictos para auto evaluarte, siempre tendrás la sensación de insuficiencia, de no dar en el blanco. Tu organismo comenzará a segregar más adrenalina de lo normal y la tensión mental y física interferirá con el buen rendimiento para alcanzar las metas: entrarás al círculo vicioso de los que aspiran cada día más y tienen cada día menos. Las personas que quedan atrapadas en esta trampa se deprimen, pierden el control sobre su propia conducta e se equivocan.

¿Cómo se construye un buen autoconcepto?

La clave para construir tu autoestima

No pienses en términos absolutistas porque no hay nada totalmente bueno o malo. Aprende a fluir con las diferencias y a entender tu rigidez como un defecto, no como una virtud. Tener la última palabra, siempre tener la razón o imponer tu punto de vista es perder tiempo y energía. Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado la variabilidad del mundo que las contiene y se quiebran.

Si eres normativa, perfeccionista e intolerante, no sabrás qué hacer con la vida, porque ella no es así. El resultado será que la gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, ya que no son como a ti te gustaría que fueran. Esta forma de estrés tiene un nombre: “Baja tolerancia a la frustración”. Concéntrate en los matices.

No te apresures a categorizar de manera terminante. Detente y piensa si realmente lo que dices es cierto. Busca a tu alrededor personas a las cuales ya tienes catalogadas y dedícate a cuestionar el cartel que les colgaste; busca evidencia en contra, descubre los puntos medios y, cuando evalúes, evita utilizar las palabras “siempre”, “nunca”, “todo” o “nada”.

El grupo de referencia más cercano y las relaciones que establecemos con las personas son determinantes para crear la idea que tengamos sobre nuestro cuerpo y las evaluaciones que hagamos de él. La autoimagen tiene que ver con qué tanto te gustas a ti misma.

El aspecto que adopta la estructura molecular de nuestro cuerpo es fuente de atracción o repulsión (las convenciones sociales no perdonan). Aun así, no hay un criterio universal de la belleza. El patrón ideal de lo que es hermoso se aprende a través de las experiencias personales y sociales en el entorno inmediato y debido a las ideas que nos inculcan las convenciones sociales y los medios de comunicación.

El cuento del “patito feo” no es una ficción. Hay infinidad de familias que consideran la belleza física como un valor y si algunos de los niños de su grupo no reúnen las características esperadas de lo que se considera “bello”, simplemente no logran vincularse afectivamente con ellos.

No pueden echarlos fuera, pero no se les integra totalmente al núcleo emocional/familiar como a los más guapos. Este “alejamiento estético” es sutil y está plagado de consolaciones compensatorias, como decir, por ejemplo: “No es tan linda, pero tiene otras cosas buenas”.

Hay personas que no se aceptaban a sí mismas por considerarse “feas” o “desagradables” sin serlo, simplemente porque no alcanzaban el ideal estético esperado por su grupo de referencia.

A medida que crecemos y aprendemos lo “lindo” y lo “feo”, ya no necesitamos que alguien nos lo diga, basta con mirarnos al espejo. Iniciamos, sobre todo en la pre adolescencia y en la adolescencia, una revisión detallada y casi compulsiva de lo que somos físicamente, punto a punto, poro a poro, sector por sector y de una manera estricta.

El resultado es que pocas cosas se salvan y casi siempre nos falta o nos sobra algo. Criticamos nuestro color de piel, el cabello, los dientes, los ojos, las piernas, los dedos o cualquier otra cosa que no pase el filtro, ¡incluso lo que no queda expuesto al público! Es increíble la habilidad de algunas personas para detectarse fallas y exagerarlas. (En los casos extremos, este tipo de aprehensión se conoce como Trastorno Dismórfico Corporal y hay que recurrir a un profesional para tratarlo).

No existe un criterio universal y absoluto de lo que “debe” ser hermoso. La belleza es algo relativo a la época y al lugar. Se nos inculca y enseña qué cosa debe ser considerada “bella” u “horrorosa”, pero de ninguna manera es una verdad absoluta.

Derriba tus proprias barreras mentales pre establecidas y decida tu propio concepto de lo bello. Así como para vestirte bien no debes seguir dócilmente la moda y uniformarte, para gustarte a ti misma no tienes que utilizar conceptos externos. No tienes por qué parecerte a nadie en especial ni hay razones teóricas y científicas que justifiquen la superioridad de una forma de belleza más que otra.

Lo importante, entonces, no es ser bella, sino gustarse a una misma. Para lograrlo no es conveniente utilizar pautas ya establecidas, sino inventarlas. La belleza es una actitud, si te sientes linda, lo eres, y eso trasmitirás a los demás, pero si aceptas pasivamente el modelo de belleza que te imponen desde fuera, terminarás pensando que eres horrible. Tu cuerpo y el modo en que lo cubras deben agradarte primero a ti. “Decórate” a tu gusto y buen parecer, porque estar pendiente obsesivamente de “cómo me te ves o quieres parecer” puede resultar una tarea agotadora y desgastante.

Construyendo una buena autoimagen

La clave para construir tu autoestima

No te dejes llevar de la mano por los “conocedores”. Tampoco permitas que te afecten los que critican tus preferencias: es una elección que sólo tú puedes hacer. Confía en el instinto de tus gustos y arriésgate a ensayar tu propia moda. A la pregunta estúpida: “¿Se usa?”, simplemente contesta: “No tengo la menor idea”. A pesar de lo que crees, descubrirás que la gente comenzará a considerarte un “modelo a seguir”. Arréglate para ti y no para otros.

No pierdas el tiempo pensando lo que te faltó para ser una Afrodita, disfruta de lo que tienes, juega bien tus cartas y no te exijas lo imposible. La idea de la perfección física sólo te llevará a focalizar la atención en tus defectos y a olvidar tus encantos. He conocido mujeres y hombres que el ego no les cabe en el cuerpo, que se pasan horas en un gimnasio y se sienten especiales y físicamente encantadores; no caminan, se pavonean. Bájate de la nube. Lo importante no es tu contextura anatómica, sino cómo la llevas.

No importa cuántos sean tus atributos físicos positivos, alégrate de tenerlos y disfrútalos. ¡Tienes la fortuna de poseerlos! ¡Son tuyos! Nunca pienses que has “agotado” tus encantos: explora y te sorprenderás de las cosas interesantes, seductoras y sensuales que puedes hallar en ti, que nada tienen que ver con las proporciones. Una joven mujer me comentaba con preocupación: “No sé por qué él se fijó en mí habiendo otras mujeres mucho más bonitas”.

En realidad, tenía razón: siempre habrá alguien más guapa que una ¡pero eso no lo es todo! Ella tenía una sonrisa contagiosa, una expresión de picardía en la mirada y una personalidad avasalladora. Además, era supremamente inteligente y sabía lucir su cuerpo con soltura. ¡Uno no se enamora de unas pantorrillas, un peroné o una tibia, sino de quien los lleva!

Si te sientes una persona poco interesante y atractiva, darás esa imagen a los demás y te tratarán acorde a ella, lo cual confirmará tu creencia. Como ya dije, de cierta manera, la belleza es una actitud: si te auto compadeces, te compadecerán; si te tienes lástima, los demás sentirán lástima por ti; si te ves como alguien desagradable, te rechazarán. Tú creas el contexto interpersonal: tu espacio de crecimiento o tu nicho. Prueba a jugar el papel de alguien que está satisfecha con su cuerpo, a ver cómo te sientes. Ensaya esa conducta un tiempo, siéntete irresistible e intenta comportarte en esa dirección. No hablo de vanidad sino de la supervivencia emocional que nace de ser un poco más complaciente con la propia apariencia física.

Las personas, además de “lindas” o “feas”, también pueden ser cálidas, amables, inteligentes, tiernas, seductoras, sensuales, interesantes, educadas, alegres, afectuosas, graciosas, estúpidas, y mil cosas más. Hay gente que posee “magia” y ese condimento es determinante a la hora de establecer relaciones interpersonales. En otras palabras: tienes muchas opciones para “gustarte” y dejar de insultar al espejo cada vez que te miras. Una vez más: no digo que descuides tu cuerpo o tu apariencia, más bien que lo ubiques en el lugar que le corresponde. Pregúntate qué más tienes fuera de huesos y piel. Y si no encuentras nada más, pide ayuda terapéutica.

Si realmente te agradas y te aceptas, siempre encontrarás alguien que guste de ti y sea capaz de amarte. El desagrado frente a uno mismo bloquea la capacidad de relacionarse porque las personas que no están a gusto con su cuerpo anticipan el rechazo y evitan a los demás. Muestran miedo a la evaluación negativa y sus niveles de ansiedad social se incrementan exageradamente. Nunca dan el primer paso y, si alguien se les acerca, lo ahuyentan con sus inseguridades y prevenciones. Gustarse es abrir los horizontes afectivos: ¿Cómo amar a quien no se ama a sí mismo? Si no te quieres, nunca podrías procesar, aceptar o tomar el afecto que te entregan con naturalidad y alegría.

No seas cruel con tu persona. No te cortejes como si fueras un artículo de compra y venta. Compararse es odioso, pero si tomas como referencia las mujeres “top” en cualquier área, será doblemente injusto. Es preferible no compararse en lo absoluto y aceptarse incondicionalmente, quererse, gustarse, adornarse; ni por defecto ni por exceso, sin puntos de referencia hacia arriba o hacia abajo.

En los próximos artículos profundizaremos más en el tema de la Autoestima para acompañarte en este proceso de transformación.

Déjame saber si te gusta este tipo de información y si sientes que necesitas aumentar tu autoestima.

Si estás lista para trabajar en ti misma, te invito a que conozcas mi Programa de acompañamiento individual «El camino de la Autosanación»

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¡Un gran abrazo preciosa!

Valeria Da Silva

Un comentario

  1. HOLA , VALERIA DA SILVA , PUES SOLO TENGO QUE AGRADECER A DIOS POR TODO ESTE CAMINO QUE TU VIENE HACIENDO , ES UN ORGULLO PARA MI , CON TUS LOGROS,Y ESTAR AYUDANDO TANTAS MUJERES ,A VOLORAR SE ,SABER PONER LIMIT EN SUS RELACIONES ,NO DEJAR QUE NADIE TE MALTRATE,EMPODERARSE AMAR ASI MISMA PUES ASI PODREMOS AMAR EL OTRO ,NO PODREMOS DAR O QUE NO TENEMOS. GRACIAS POR TODO SU CONOCIMIENTO Y CUIDADO CON AMOR COMPREENCION SABIDURIA .GRACIAS GRACIAS POR SU VIDA MUCHOS EXITOS.

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